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martes, 10 de mayo de 2011

La Fortaleza de un Hombre

La fortaleza de un hombre no está en el ancho de sus hombros. Está en el tamaño de sus brazos cuando abrazan.
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La fortaleza un hombre no está en lo profundo del tono de su voz. Está en la gentileza que usa en sus palabras.
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La fortaleza de un hombre no está en la cantidad de amigos que tenga. Está en lo buen amigo que se vuelve de sus hijos.
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La fortaleza de un hombre no está en como lo respetan en su trabajo. Está en como es respetado en su casa.
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La fortaleza de un hombre no está en lo duro que puede golpear. Está en lo cuidadoso de sus caricias.
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La fortaleza de un hombre no está en su cabello o su pecho. Está en su corazón.
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La fortaleza de un hombre no está en las mujeres que ha amado. Está en poder ser verdaderamente de una mujer.
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La fortaleza de un hombre no está en el peso que pueda levantar. Está en las cargas que puede llevar a cuestas.
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Y por último, la verdadera Fortaleza de un Hombre no esta en confiar en sus propias Fuerzas. Está en poner su confianza en Dios
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martes, 3 de mayo de 2011

La Puerta

En una tierra en guerra, había un rey que causaba espanto. Siempre que hacía prisioneros, no los mataba, los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esta sala el rey les hacía formar un círculo y les decía entonces… “Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa”.
Todos elegían ser muertos por los arqueros. Al terminar la guerra, un soldado que por mucho tiempo sirvió al rey se dirigió al soberano y le dijo:
–”Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?”
Y le responde el rey:
–”Dime soldado”.
–”¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?”.
–”Ve y mira tú mismo”, respondió el rey.
El soldado entonces, abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente… y, finalmente, descubrió sorprendido que la puerta se abrió sobre un camino que conducía a la libertad.
El soldado admirado sólo miro a su rey que le decía:
–”Yo daba a ellos la elección, pero preferían morir que ariesgasrse a abrir esta puerta”.
¿Cuántas puertas dejamos de abrir por temor?.
¿Cuántas veces perdemos la libertad y morimos por dentro, solamente por sentir miedo de abrir la puerta de nuestros sueños o nuestras metas?
Juan 10:9
“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.”
Apocalipsis 3:8
“Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.”